La última vez que vi tu imagen,
el azul de tu iris contrastaba con el negro de la sombra de ojos,
el blanco de tu piel contrastaba con las cenizas de tus escombros,
el retazo de sujetador gris hablaba de lo apetecibles que eran tus hombros,
el olor que desprendías era el mismo que antes quise poder capturar en fotos,
el tacto de tus manos me volvió a hacer dejar de estar sobrio.
Y sin embargo vi que ya no te quiero, mucho menos te odio,
y al mirarnos a los ojos ya no supimos si desearnos era lo obvio,
y entendimos por qué el tiempo que nos conocimos nos supo a poco.
Te observé una vez más, suspirando y sentado bajo el foco,
me volví a enamorar de ti para luego sentirme despojo,
y en ese momento nos despedimos a la vez, siendo unos flojos,
porque nos seguimos queriendo, pero seguimos rotos,
y mientras buscamos la paz no hay tiempo para estar locos.