Te encontré

con cervezas,
si no whiskies,
todo a la par.
Recuerdo
tus labios pronunciando
que no querías olvidar,
aunque más bien,
recuerdo tus labios
hasta que empezaste a fumar.
Y aun así,
tras el humo,
pude tus ojos observar.
Podría decir
que eran azules,
verdes,
perfectos.
Eran marrones.
Y tristes.
Pero dignos de mencionar.
Y entonces decidí
que iba a ser yo
la mujer
que bebiese contigo
en el siguiente bar.